Los bronces de Altamira
Buena parte de las piezas que se conservan en la actualidad son de origen accidental o fruto de excavaciones furtivas. La escasa información de la que disponemos hace que este yacimiento se mantenga como un gran desconocido, dado que los resultados científicos de las campañas de excavación nunca llegaron a ser publicadas. Además, los hallazgos carecen en su mayoría de un contexto arqueológico y se tuvo que recurrir a una cronología basada en el uso de paralelos, lo que permite datar los bronces en el entorno de los siglos I y IV d. C. La aparición de restos de escoria y lingotes de metal en bruto apunta a la probable existencia de un taller de fundición en el castro donde se producían estas piezas. Las figuras de bronce encontradas en el castro, todas ellas de pequeño tamaño, fueron fundidas utilizando moldes y pudieron ser utilizadas como exvotos, esto es, como conmemoración de un voto o promesa por alguna gracia recibida. Todas ellas aparecen rotas y fragmentadas, lo que podría indicar que estaban destinadas a ser refundidas.
Mano con antebrazo
Brazo derecho de escultura fundida en bronce. Está roto por encima del codo y presenta a mano extendida con el dedo pulgar ligeramente flexionado hacia el interior. Conserva en la parte interna restos del ropaje de un manto. La pieza, que, a pesar de su tamaño, tiene buenas proporciones anatómicas y evidencia una grand calidad técnica, está hueca y debió fundirse con la técnica de la cera perdida.
Ala
Ala izquierda de pequeñas dimensiones y de fondo plano. Está en posición desplegada con las plumas marcadas mediante incisiones. Podría corresponder a la figura de un Erote, es decir, de un dios del amor en la mitología griega y romana, un equivalente al Cupido o Amoretti. Estas deidades eran los compañeros del dios Eros y se dedicaban a las tareas complementarias del amor. Según unos mitos, eran los hijos de Afrodita; segundo otros, formaban parte de su séquito.
Bóvido
Muestra el lomo bien tratado marcando las arrugas del cuello. Los ojos están realizados por incisión y gira la cabeza hacia la derecha. Le falta un cuerno, parte de las dos patas del lado izquierdo y conserva el arranque del rabo.
Este tipo de escultura zoomorfa o exvoto fue interpretada como una ofrenda o regalo a los dioses y como sustitutos de animales para el sacrificio. El único tipo de animal representado en ellos son los bóvidos, vinculados en algunos casos con cultos orientales como el buey Apis de Iria Flavia. Las representaciones son un reflejo de la anatomía realista del animal.
Fragmentos de sítula
Las sítulas son recipientes de metal ricamente decorados que presentan una decoración extraordinaria y destacaban en los castros por su alto grado de sofisticación técnica. Probablemente tenían un uso vinculado a los banquetes ceremoniales u otras celebraciones comunitarias de carácter excepcional. Por sus dimensiones se cree que se trata de recipientes datables entre el s. II a.C y el II d.C.
En este castro fue encontrada una lámina y un soporte de asa de sítula, ambos fundidos en bronce. Todos los fragmentos de sítulas que se conservan coinciden en el gusto por la decoración recargada distribuida en bandas horizontales y/o verticales en las que se enmarcan los diferentes motivos.
Mercurio
Este dios mitológico era hijo de Júpiter y de Maulla Maiestas. Dios del mar, su nombre está emparentado con la palabra latina merx, -cis (mercancía). Es el dios de la astucia y de la inteligencia, protector de viajeros y comerciantes. En su calidad de mensajero, Mercurio es concebido como el inventor de las lenguas, del alfabeto y de las pesas y medidas, imprescindibles para el comercio.
En la pequeña escultura de bronce encontrada en Taboexa, Mercurio se vuelve ligeramente hacia la derecha, y se representa con la cabeza tocada con el petasus o sombrero alado -muy desgastado- bajo el que asoma el cabello.
La figura muestra el rostro con los ojos incisos y de forma triangular, muy marcados, y lleva una clámide (una capa corta) abrochada sobre el hombro izquierdo que cae en suaves pliegues hasta la altura de las rodillas. En la mano izquierda portaría el caduceo (una vara con dos cobras enroladas y dos pequeñas a las en el extremo superior, que actualmente se emplea como símbolo del comercio y de la medicina), y en la derecha, la bolsa o marsupio, ambos perdidos. La pierna izquierda está fracturada a la altura de la rodilla y la izquierda por el tobillo.
Figuras togadas
Estas figuritas togadas representan un genio o espíritu protector en la mitología romana. Una de ellas viste velo y toga, la otra únicamente toga, la prenda viril símbolo de la ciudadanía romana. Esta figura togada aparece representada con su cabeza cubierta parcialmente por este atuendo o “capite velato”, una actitud propia de cuando el emperador u otro personaje insigne oficiaba una ceremonia religiosa.
Fíbulas
En el castro de Altamira fue documentada una fíbula de los siglos VII-V a.C tipo Acebuchal y de pie recto. Este tipo de tipo de fíbulas, de puente curvo y pie recto, son típicas de la Edad del Hierro, en concreto de la transición entre el s. VIII-s. IV a.C, y también aparecen por toda la Europa templada durante el s. V a.C, lo que evidenciaría la democratización de su uso. Los especialistas creen que este tipo de fíbulas, procedentes del área tartéssica, situada en el margen mediterráneo de la Península Ibérica, llegó al noroeste de Galicia a través del comercio fenicio o púnico para sustituir a las fíbulas de duplo resorte.
Lucerna
La lucerna encontrada en la Altamira es un candil romano que imita la forma de una cabeza humana con trazos negroides. Se trata de una pieza de reducido tamaño fabricada mediante el uso de la fundición en bronce y que presenta una pátina marrón verdosa. Este ejemplar posee dos cualidades que la hacen destacar: la fabricación en metal y su temática decorativa. Tanto el propio material, el bronce, como la técnica desarrollada en su fabricación suponen un superior coste respeto de aquellas fabricadas en cerámica, mucho más abundantes.
Árula
Las árulas son pequeñas aras, bases o pedestales que sirven de apoyo a pequeñas esculturas zoomorfas o exvotos que se interpretan como ofrendas o galanos ofrecidos a los dioses como sustitutos de animales para el sacrificio. La encontrada en Altamira es de forma cuadrangular, hueca en el interior y finalizada por una cornisa lisa. En la parte superior se representan un cordero de pie unido por las patas, una tortuga con el caparazón realizado por retícula, con cabeza y patas marcadas. A su lado una señal de otra figura dudosa, fracturada por su base, que podría tratarse de un escorpión.
Pie de bronce
Pie calzado, roto un poco por encima del tobillo. Las correas de sujeción del calzado se ataban a la altura de la articulación de la pierna con el pie por medio de una lazada caída en los extremos. Es muy visible el cuero que cubre el pie, modelando los dedos y el talón. También se advierte la suela, por lo que podríamos estar delante de un calceus senatorius, esto es, de una bota romana atada con dos pares de cintas o correas que se entrecruzan a la altura del empeine del pie y ascienden hasta la mitad de la pierna, donde se atan por medio de dos nudos. Este tipo de calzado era privativo de una clase social determinada, por lo que no estaba al alcance de todos los habitantes de Roma.